martes, 17 de julio de 2012

PRIMERA SEMANA: VIERNES

Sonó el despertador a la misma hora que el día anterior, y seguía teniendo el mismo sueño. Esto no podía seguir así, no entendía por qué tenía tanto sueño, si dormía lo suficiente.
Me arreglé antes de bajar a desayunar. Abrí mi armario, y no encontré nada que me gustara. Esa misma tarde iría de compras al centro comercial, necesitaba ropa nueva urgentemente. Esto no podía seguir así.
Bajé a desayunar. Mis hermanos ya estaban abajo. No vi a mi madre, por lo que supuse que ya se habría ido a trabajar. Me dio rabia, porque me gustaba despedirme de ella.
-         Buenos días a los dos.
-         Buenos días Leire. – contestó Isaac.
-         Hola enana. – esa fue la contestación de Carla – Ayer te vi que estabas en el parque, ¿eh?
-         Si, como tú. Pero había una pequeña diferencia, que yo no estaba fumando.
-         ¿Y qué pasa porque fume? Nada, si mamá no se entera… ni se enterará. Además, no soy la única.
-         ¡Eh! A mí no me incluyas en la bronca. – añadió Isaac. - ¿Y qué más dará? Cada uno hace lo que le apetece. Lo que no hay que hacer es contárselo a mamá, y ya está. La solución fácil.
-         Por mi bien. – dijo Carla.
-         Y por mi también, aunque yo no tengo nada que ocultar. – dije mientras me hacía el vaso de leche.
-         Ya lo tendrás… - dijo Isaac disimuladamente.
-         Que raro que no está aquí Eric ya, ¿no? – dije yo sin entusiasmo alguno.
-         Que va. Es que hoy no viene a por mí. Hoy no va a clase, porque ha ido a pillar…
-         Ya vale Carla. – le cortó Isaac.
-         ¿A pillar qué? – pregunté yo intrigada.
-         Nada Leire, cosas de mayores. – dijo Isaac mirándome a la cara.
-         Además, ya no estamos juntos. Hemos decidido ir cada uno por una parte: relacionarnos con más gente, y cosas de esas. Pero claro, yo sé que siempre va a estar ahí.
-         Pues como tú. – añadió Isaac mirando al suelo.
-         Pues claro está, cuando le necesite, ya me entiendes hermanito… - dijo pasándose la lengua por los labios.
-         Si es que eres más…
-         Me voy a arreglarme, que aún me falta pintarme un poco. – le cortó Carla.

Se subió casi corriendo. No había entendido muy bien la conversación. ¿Eric a por qué había ido? Se lo preguntaría a mis amigas, no me podía quedar con esa duda. Ellas seguro que si que lo sabían. Isaac había dejado a Carla como un poco suelta en el tema de los chicos. Yo eso ya lo sabía, pero no del todo seguro. Ahora lo había confirmado. Y no me extrañaba. Estaba claro.
Terminé de desayunar sin establecer conversación con mi hermano. Solo hacía que mirar el vaso de leche vacío que tenía delante de él, meneando la cuchara que contenía de un lado para el otro. No quise comentarle nada sobre la conversación que acabábamos de tener los tres.

Ese día nos fuimos los tres andando hacia el instituto. Mi hermano no se llevó la moto, porque sino alguna de las dos se tenía que ir sola, y no le pareció buen plan. Me pareció lo acertado.
Cuando llegamos, Carla se quedó en la puerta del instituto con Cynthia echándose un cigarro. No sabía que fumaba tan a menudo. En cambio Isaac, entró dentro conmigo, y allí se despidió de mí con un beso en la cara.
Entré en clase. El profesor aún no había llegado, pero la mayoría de la gente ya estaba dentro, entre ellos Edgar, Ben y mis amigas. Junto a estas no había ningún asiento libre, por lo que me tuve que sentar delante de Edgar y Ben, que estaban en la última fila. Les sonreí. Ben me devolvió la sonrisa, pero Edgar ni se inmutó. Saqué las cosas de la mochila y las dejé encima de la mesa. Nanni me miró extrañada, pero le respondí con cara dubitativa. Ella me respondió con una amplia sonrisa.
Cynthia entró en clase desfilando, porque no se podía definir de otra forma la manera en la que andaba. Para mi asombro, Cynthia se sentó a mi lado.
-         ¿Está ocupado, Leire?
-         No, no va nadie.
-         Pues me siento contigo.
-         Vale. – le sonreí. Ella hizo lo mismo, y se sentó.

Se giró y miró a Edgar y Ben. Les dijo:
-         Chicos, esta tarde más de lo mismo. – suponía que se referiría a ir al parque.
-         Si, creo que sí, porque Eric ha ido esta mañana a por porros, pero no se si son para esta tarde o para esta noche, que va hacer cena en su casa y después iremos al parque por la noche a hacer botellón. – dijo Edgar.
-         ¿Una cena en su casa? Es verdad, que lo comentó ayer. No me acordaba. Pues bien, la verdad es que me apetece coger una de las mías. – dijo sonriendo a Ben.
-         Claro está. – dijo Ben.


Las tres primeras clases se pasaron volando. Apenas me enteré de lo que el profesor decía, no podía mantener la atención. Estaba pensando en lo que había dicho Cynthia. Fuera como fuera teníamos que ir a la cena, y si no podíamos, por lo menos, teníamos que encontrarnos con ellos en el parque.


Salimos al recreo. Nos sentamos en un banco, y decidí contárselo a Nanni y Auro. Les conté lo que había oído en clase.
-         Chicas, sea como sea tenemos que ir. – dije yo un poco efusiva.
-         A mí me parece bien.
-         Pero yo quería ir al centro comercial a comprarme algo de ropa que me hace falta. – añadí. – Pero es que no creo que mi madre me deje luego estar por ahí de noche. Ni de coña me va a dar permiso.
-         Pero no tiene porque dártelo, ¿no? Tú dile que te vienes a mi casa a dormir. Y tú también te vienes, Nanni, que a mi madre le da igual si salgo o no. Además, seguro que prefiere que si salgo venga acompañada a casa así que no hay problema.
-         Ahí te he visto fina, Auro. Me gusta mucho el plan. – dijo Nanni.
-         Después de las compras, vamos a mi casa nos arreglamos y nos vamos otra vez al centro comercial a cenar y allí nos esperamos hasta las doce o una que se vayan al parque. Además, tengo otra idea, pero os la diré esta tarde, para que haya más emoción.
-         Miedo me das Auro. – era verdad. – Pero bueno, me fío de ti. ¿Entonces quedamos así no? Pues quedamos a las cinco en el parque para ir al centro comercial. Y no se hable más.


El resto del día se pasó volando. A penas me enteré de lo que los profesores decían en clase, estaba pensando en cosas mías.
Por fin acabaron las clases. Cuando salí, divisé a mi hermano en la puerta. Le hice gestos para ver si se venía, pero me dijo que no con el dedo. Carla tampoco estaba por allí, por lo que supuse que se había ido ya o que Eric había ido a por ella con el coche. Me fui a casa sola.
Entré en casa. Mi madre salió a recibirme. Le di un sonoro beso y subí a mi habitación a dejar la mochila. Cuando bajé mis hermanos ya habían llegado, pero como aun no estaban en la cocina empecé a poner la mesa.
Cuando estábamos todos sentados comiendo, decidí decirle a mi madre la idea que había tenido Auro de que nos quedáramos en su casa a dormir esa noche.
-         Mamá, Auro me ha dicho que esta noche nos quedemos en su casa a dormir, porque esta tarde nos vamos a ir al centro comercial, y después nos vamos a ir a cenar y al cine.
-         ¿Auro? No la conozco. Pero bueno, no tengo ningún problema en que te vayas.
-         Vale, bien. Gracias mamá. – ella sonrió.
-         Por cierto, mamá, nosotros nos vamos a ir a casa de Eric a cenar y nos quedaremos allí a ver algunas películas o algo. – dijo Isaac. Yo le miré
-         ¿Tú también Carla? – preguntó mi madre.
-         Claro. Pero no sabemos a que hora vendremos, pero no te preocupes porque vendremos los dos juntos.
-         Vale chicos.

Que mentira le acababan de contar a mi madre. Yo sabía que ellos si que se iban a cenar a casa de Eric, pero no se iban a quedar a ver películas allí. Aunque yo también le había mentido, así que preferí no comentar nada al respecto.
Cuando acabamos de comer subí a mi habitación a coger dinero y meterlo en el bolso. Pero aún era pronto para irme así que decidí ir a hablar con Isaac a ver si él mismo me contaba lo que iban a hacer esa noche.
Toc, toc. Llamé a la puerta, e Isaac me contestó con un “adelante” bastante sonoro. Entré y vi que estaba en el ordenador hablando con alguien por el Messenger. Apenas me hizo caso.
-         ¿Qué quieres, Leire?
-         Es una duda que tengo… ¿esta noche entonces vais a cenar a casa de Eric no?
-         Si, ¿no lo has oído antes?
-         Pero…después no vais a ver una película en su casa, ¿verdad?
-         ¿Qué estás diciendo?

En ese instante entró Carla sin llamar a la puerta. Se quedó a mi lado sin decir nada.
-         Pues eso, que esta noche no vais a ver una película en casa de Eric.
-         ¿Y cómo lo sabes, enana? – dijo Carla uniéndose a la conversación.
-         Porque lo oí esta mañana. Sé porque Eric no ha ido a clase esta mañana, y también se lo que vais a hacer después de cenar.
-         Joder, esta enana se entera de todo y no sé como. – dijo Carla cruzándose de brazos.
-         No pasa nada, porque no va a decir nada, ¿verdad Leire? – dijo Isaac casi amenazándome.
-         Claro que no voy a decir nada. Pero es para que sepáis que lo sé. Y a lo mejor esta noche os lleváis alguna sorpresa que otra.
-         Que miedo me das. – dijo Carla mientras hacía como si temblara.
-         Me voy. Que os lo paséis bien.


Me di media vuelta y me fui. Cogí las cosas de mi habitación, me despedí de mi madre y me dirigí hacia el parque. Aún era un poco pronto, pero prefería llegar antes. Estaba entusiasmada.
A las cinco menos diez ya estaba en el parque esperando a Auro y Nanni. Llegaron un poco pasadas las cinco, pero no me importó, estaba tan emocionada con el plan…
Nos dirigimos al centro comercial. Ellas también se querían comprar algo de ropa para esa noche. Entramos en la primera tienda que vimos, pero no encontramos nada de nuestro agrado.
Ya en la tercera tienda que entramos, Auro encontró una minifalda negra que le gustaba y Nanni una camiseta con un escote de vértigo. Me parecía que esas ropas eran un poco arriesgadas para esa noche, pero ellas me convencieron de que no era así.
Yo no había visto nada que me gustara hasta que Auro dijo:
-         ¿Y no te gusta esto? – me enseñó unos shorts vaqueros muy bonitos, pero demasiado cortos.
-         ¿Esto? ¿No iré muy atrevida? – fue mi pregunta. – Además, eso no es nada cómodo.
-         ¡Y que más da que no sea cómodo! Eso no importa ahora. Lo que importa es que debemos llamar la atención sea como sea. – dijo Auro.
-         Como se enteré mi madre… - pero no me preocupaba demasiado.

Estaba de acuerdo con lo que dijo Auro, por lo que me compré el pantalón corto. La verdad es que me quedaba muy bien, realzaba mis piernas.
Fuimos a casa de Auro a cambiarnos. Nos pusimos la ropa que nos habíamos comprado y nos fuimos otra vez de nuevo para el centro comercial a cenar. Su madre no nos vio porque no estaba en ese momento en casa, y menos mal.
Durante el paseo, recordé que Auro nos había dicho en el recreo que tenía una sorpresa preparada para nosotras, así que supuse que pronto nos lo diría.
Cenamos en el McDonald. Había unos chicos al lado de nosotras cenando que no paraban de mirarnos, y no me extrañaba, porque íbamos demasiado provocativas para mi gusto.
-         ¿Estos aún estarán cenando en casa de Eric? – dije impaciente.
-         ¿Cenando? Si aún no habrán empezado ni a preparar la cena, seguro. Tan solo son las nueve y por lo menos hasta las doce no aparecerán por el parque. – dijo Nanni.
-         ¿Y qué vamos a hacer hasta esa hora, chicas? – pregunté.
-         Ahora es cuando entra en acción mi plan sorpresa. Iremos a algún bar a tomarnos alguna cerveza.
-         Vale, vale. Me gusta el plan. – dijo Nanni.
-         ¿Cerveza? – pregunté un poco asustada.
-         Claro. - dijo Nanni.
-         Yo en mi vida he probado una cerveza ni nada parecido. Además, eso tiene alcohol y...
-         Hoy la probarás. Y no te preocupes, que apenas lleva alcohol. Ni lo notarás. – añadió Auro.


         No me convencía mucho el plan, pero alguna vez tendría que ser la primera, ¿no? No sabía si me iba a gustar o no. Mi madre bebía alguna cerveza en las comidas, pero nunca me había llamado la atención como para probarla y menos ir a un bar a beber exclusivamente cervezas.
         Entramos en el primer bar que encontramos. Allí había gente bastante normal charlando, cenando, de copas... Nos sentamos en una mesa que había cerca de una pared. Enseguida vino un hombre a traernos una hoja donde ponía todo lo que ofrecían. La estuve ojeando de arriba abajo, pero me detuve con más detalle en la parte donde ponía todas las bebidas que ofrecían.
-         No sé si nos pondrán problemas. – dijo Nanni.
-         No creo que pongan ningún problema, aunque seamos menores.
-         Espero que no nos pidan nada. – añadió Nanni.
-         Entonces pedimos tres cervezas, ¿no?
-         Me parece bien. – asentí decidida.

El hombre vino en poco tiempo. Le dijimos lo que queríamos, pero cuando le dijimos lo de las cervezas, no puso buena cara, pero se dio media vuelta y no dijo nada. A los pocos minutos teníamos encima de la mesa tres cervezas y de regalo nos trajo unos cacaos.
Espere a que ellas bebieran primero. No debía estar muy mala porque no pusieron caras extrañas.
-         Que no pasa nada Leire, venga. – dijo Nanni.

Le di el primer sorbo. No estaba del todo mala, pero no me acababa de convencer. Prefería una coca-cola o cualquier otra cosa. Mis amigas me observaban como si de una película se tratase. Pero no les prestaba atención.
Estuvimos casi una hora en el bar. Nos pedimos una cerveza más cada una. Cuando nos íbamos a ir, me tuvieron que ayudar a levantarme porque yo sola no podía. Nanni y Auro se reían, pero era porque ellas tampoco iban muy bien, y les salía la risa floja. No podía entender como me había podido subir dos cervezas, era lo que la gente normal se tomaba para comer o cenar, pero claro, como nunca había bebido alcohol…
Andamos poco a poco hacía el parque. Por el camino nos encontramos a varios chicos que nos dijeron algo, pero no les entendí. Yo iba centrada en no caerme, ya que las piernas me fallaban.
         Llegamos por fin al parque. El trayecto se me hizo interminable. Había muchísima gente en el parque. No solo mis hermanos y sus amigos, sino también más gente de otros institutos. Supuse que era el centro de reunión de todos los adolescentes de nuestras edades. Nos sentamos en unos de los bancos más apartados de todos. Rezaba para que mis hermanos no me vieran en esas condiciones. No era capaz ni de razonar si me preguntaban algo, y seguro que al final mamá se acabaría enterando. Pero en cierto modo, deseaba que me vieran, para ver si se acercaba Edgar a hablar conmigo, aunque sabía que era casi imposible.
-         Madre mía, como está esto de gente. – oí que dijo Auro.
-         Hoy se va a liar, y mucho. – dijo Nanni.

Yo no tenía ningunas ganas de que se liara ninguna. Tan solo tenía ganas de que aquello se me pasara rápido. No me encontraba nada bien. Mi cabeza me daba vueltas, y parecía que no tenía intención de parar nunca.
Estaba sentada en el banco cuando noté que mis amigas se ponían nerviosas. Oí los pasos de alguien que se acercaba. Deseaba con todas mis fuerzas que no fueran alguno de mis hermanos, pero si que fuera Edgar. Levanté la cabeza poco a poco y vi a un chico. Me quedé con la boca abierta. Era uno de los chicos más guapos que había visto nunca. Llevaba unos vaqueros y una sudadera. Sus ojos marrones llamaban la atención, y no sabía por qué.
-         Hola Nanni, ¿qué tal estás? – dijo el chico.
-         ¿Y a mí no me dices nada, Dani? – dijo Auro casi sin pensárselo. No estaba entendiendo lo que estaba pasando. Solo miraba a unos y a otros.
-         Mira que eres envidiosa, Auro. A ti te veo casi todos los días en casa de la abuela, pero a Nanni no. – respondió el chico. Nanni solo hacía que sonreír.
-         Bueno, Dani, te presento a mi amiga Leire. – le hice un gesto de saludo con la mano. No tenía ganas ni de levantarme. – Leire, este es mi primo Dani.
-         ¿Carla es tu hermana? Es que os dais un aire. – me preguntó Dani. Asentí con la cabeza. – No tenía ni idea. Pues está allí con nosotros.
-         Ya lo sé. – dije sin ganas.
-         Hombre, pero si has hablado. Pensaba que no tenías lengua.
-         Dani, es que la hemos llevado esta noche a un bar de cañas, y como nunca lo había echo, pues está aún con los efectos. – le respondió su prima.
-         Pobreta. Bueno chicas, yo me voy para allá. Si queréis algo tan solo tenéis que ir para allí y me lo pedís, ¿vale? Que hemos comprado botellón.
-         Vale, gracias primo.


Se fue hacia donde estaban los demás. Auro y Nanni se miraron mutuamente y me ayudaron a levantarme.
-         ¿Dónde vamos? – pregunté mientras caminábamos.
-         Vamos allí con ellos. Están todos juntos pasándoselo de miedo, y nosotras no vamos a estar aquí solas. – dijo Nanni.
-         Pero allí están mis hermanos y no me pueden ver así.
-         No pasa nada, lo entenderán. Además, no creo que mañana se acuerden.


Llegamos hasta el banco donde estaban mis hermanos y todos los demás. Carla estaba sentada en el banco con la cabeza hacia atrás. “Menuda lleva tu hermana” me susurró Nanni al oído. Nunca la había visto en esas condiciones. Eric no paraba de mirarla mientras bebía del vaso que llevaba en la mano. En ese momento llegó Isaac junto con Edgar y Ben de otro banco en el que había más gente.
-         Hombre Leire, pero si estás aquí junto con tus amiguitas. – me dijo Isaac. – Por cierto, ¿y por qué estás aquí? – me solté de mis amigas para que mi hermano no notara nada. Además, ya me encontraba mejor, aunque aún estaba un poco mareada.
-         Que hemos ido al teatro y…
-         Cine. – me susurró Nanni.
-         ¿Qué? – pregunté.
-         Que habéis ido al cine, Leire, al cine. – dijo Isaac. - ¿Dónde has estado de verdad? – dijo mientras se acercaba a darme un beso. – Porque haces un olor a bar que tela…- empecé a reírme. – Con que es eso, ¿no? Has estado en un bar de cañas. Madre mía. Ven anda que te eche un cubata.
-         Y a nosotras otro, por fa Isaac. – dijo Auro mostrando su lado más seductor.
-         Eso está hecho, chicas.


Se fue al banco, que es donde tenían todas las botellas. No quería beber, pero no podía dejar pasar esta oportunidad. Edgar no nos había dicho nada, pero quedaba mucha noche, y yo, fuera como fuese, tenía que hablar con él.
         Isaac nos trajo los tres vasos. Le pegué un trago. Sabía a algo raro, pero no me estaba malo, con lo que me lo bebí en muy pocos tragos. Mis amigas se me quedaron mirando.
-         Es que el camino se me ha hecho largo y tenía sed. – se rieron las dos. Vino mi hermano y me lo rellenó.
-         Como te vas a poner hoy, enana.

Mi hermano solo hacía que llenarnos los vasos a las tres. En media hora íbamos ya bastante contentas. En la vida me había sentido de esa forma. Era una sensación muy rara. La cabeza no paraba de darme vueltas, veía borroso y no me podía mantener de pie sin tambalearme. Buscaba desesperadamente un sitio donde poder sentarme. Nanni y Auro se lo estaban pasando muy bien, estaban en su salsa.
Vi un hueco en uno de los bancos y sin pensármelo dos veces fui a sentarme. Pero cuando estaba llegando, fue Edgar y se sentó. Me quedé parada. Él se dio cuenta de que me había quitado el sitio, y con el dedo me dijo que me acercara.
Fui donde estaba él.
-         Hola Leire, ¿querías sentarte?
-         Si, si. Pero no importa, no pasa nada. Ya me busco yo otro sitio.
-         No anda, ven aquí. – se levantó, me cogió de la cintura e hizo que me sentara en sus piernas. El corazón me latía a mil por hora. No me estaba creyendo lo que me estaba pasando. – A qué aquí estás mejor, ¿eh?
-         Claro está. – le sonreí.
-         ¿Y qué haces tú aquí? Pensaba que a ti estás cosas no te gustaban.
-         Y no me gustan. Pero mis amigas me convencieron. Me llevaron de cañas y ahora estoy aquí bebiendo con vosotros. Y, ¡mírame! Con dos o tres cubatas encima y casi no se ni lo que digo ni lo que hago – no era del todo cierto así, pero bueno.
-         Bueno, hay que probar de todo en esta vida, ¿no? Para saber si te gusta o no.
-         Pues sí, o eso creo. ¿Sabes? Nunca pensé que hablarías conmigo de esta manera que lo estás haciendo ahora. - ¿por qué había dicho eso?
-         ¿Por qué lo dices? – preguntó intrigado.
-         Un chico como tú, popular, guapo, agradable, simpático, divertido…hablando conmigo, una chica normal, más bien fea, sencilla... – no me conocía. En otras condiciones eso que acababa de decir ni se me hubiera pasado por la cabeza.
-         Lo que te he dicho, tiene que haber una primera oportunidad para todo. Sino lo pruebas, no sabes que te gusta, ¿no? – me sonrió pícaramente. Me estaba tirando los tejos. Si, de eso estaba segura. En toda regla. Me quería quedar con él toda noche hablando, pero me llamó Isaac.
-         Me está llamando Isaac. Ahora luego vengo otra vez, ¿vale?
-         Vale, pero primero…- dijo mientras señalaba con su dedo índice su mejilla en señal de que le diera un beso. Se lo di. Edgar me ayudó a levantarme porque falto poco para aterrizar en el suelo.

Me acerqué al lugar en el que estaba Isaac. Éste estaba abanicando a Carla con una hoja de papel. No tenía ni idea de donde la había podido sacar. Me estaba preocupando. Mi hermana presentaba un color de cara que no era normal, estaba entre el blanco y el morado.
-         ¿Qué la pasa a Carla? – pregunté, aunque ya me sabía la contestación.
-         No le pasa nada, solo que está un poco mareada, pero en breves estará como nueva. – me dijo Eric.
-         ¿Qué hace la enana está aquí? – dijo Carla.
-         Pues no hace nada que estoy yo aquí… ¿y ahora te das cuenta? Madre mía.
-         Leire, si sabes que te lo digo todo de broma. Yo te quiero mucho. – me quedé con la boca abierta en el momento que salieron esas palabras de sus labios. Se levantó, vino hacia mi y me dio un abrazo y un beso en la mejilla. ¡No me lo podía creer! ¿Qué estaba haciendo mi hermana? Desde que tenía uso de razón, ella nunca me había dado un abrazo, y menos un beso. Pero estaba claro que actuaba así por los efectos del alcohol.

Eché un vistazo a los alrededores. Mis amigas estaban hablando con Ben y Edgar en el banco donde había estado yo con anterioridad. Edgar miraba de arriba abajo a Auro, y eso no me hacía nada de gracia. Auro, en cambio, ni le prestaba atención. Veía que de vez en cuando giraba un poco la cabeza para ver lo que estaba haciendo Isaac en ese momento. Le gustaba demasiado mi hermano, se lo notaba. Esa actitud era de una persona que, sin darse cuenta, se estaba pillando por otra. Nanni, por otra parte, hablaba de forma despreocupada con Ben, como si se conocieran de toda la vida. De echo, llevábamos varios años juntos en la misma clase, pero apenas habíamos intercambiado con ellos algunas palabras. Esperaba que esta noche sirviera para algo, es decir, que nos acercáramos más a ellos, y que cambiara algunas de las cosas con las que ahora no estaba a gusto.

-         Hola Leire, ¿te lo estás pasando bien? – era Dani.
-         Hola Dani. Si, me lo estoy pasando muy bien.
-         Menos mal que ahora ya hablas porque antes… - dijo sonriendo.
-         Si, es que antes me encontraba un poco mal, pero ahora ya estoy mejor. – le cogí el vaso que llevaba en la mano y le di varios tragos. Se lo devolví.
-         Me alegro de que ya estés mejor. Ahora podré hablar un poco contigo. Por cierto, ¿qué edad tienes?
-         Tengo 15 recién cumplidos. Tú supongo que tendrás la edad de Carla, ¿no?
-         No, la de Eric. Tengo 18 años, ¿no los aparento? – dijo con una sonrisa pícara.
-         Si, claro que lo aparentas pero…
-         ¡Ah, Dani! Estás aquí. – me interrumpió Dafne. – Te estado buscando por todas partes. Ay, hola Leire. No te había visto. – dijo casi sin mirarme.
-         ¿No ves que estoy hablando con ella, Dafne?
-         Si, pero es que tengo que hablar contigo urgentemente, no te vas a creer lo que me ha pasado cuando… - empezó diciendo.
-         Bueno, yo me voy. Os dejo solos, ¿vale? – dije con la cabeza agachada.
-         No, Leire, no te vayas…
-         Hasta luego. – dijo Dafne con sonrisa malévola.

Me fui de donde estaba. Que mal me había caído siempre Dafne. Era bastante estúpida, y se lo tenía un poco creído. Lo que acababa de hacer no estaba bien. No es que Dani y yo estuviéramos hablando de una gran cosa, pero no era correcto interrumpir una conversación así como lo había echo ella.
No me apetecía más estar en el parque. No estaba ya a gusto. Se me había pasado del todo el mareo, y ya me encontraba perfectamente. Volvía a mi toda la vergüenza que antes había desaparecido por completo. Pero aún no me podía ir a casa porque me quedaba a dormir en casa de Auro. Miré el reloj que llevaba en mi muñeca: las tres y media de la mañana. Como pasaba el tiempo. Se me había pasado volando.
Me acerqué al banco donde estaba Auro y Nanni en compañía de Ben y Edgar, porque aún estaban allí conversando.
-         Hombre, Leire, que no he hablado contigo en toda la noche. – me dijo Ben agarrándome por la cintura. ¡Madre mía! Que cariñosos y simpáticos estaban todos esa noche, pero sabía que el lunes, cuando volviéramos a clase, todo sería diferente.
-         Ya, he estado por ahí. – dije sonriéndole.
-         Bueno, chicas, cuando queráis nos vamos a casa, ¿eh? Que yo estoy ya muerta. – dijo Auro.
-         No os vayáis, va. Que nos lo estamos pasando muy bien, ¿no? – dijo Edgar mirándonos a las tres las piernas. ¡Qué descarado!
-         Si, pero ya es tarde. Nosotras nos vamos ya. – dijo Auro.


Nos despedimos de todos y volvimos para casa. Durante el trayecto estuvimos hablando de todo lo que nos había pasado en el parque. Me lo había pasado bastante bien, y lo más importante es que había hablado un poco con Edgar, aunque había echo algunas cosas que no me gustaba nada de nada, pero se lo podía pasar. Es que me gustaba tanto… Cada vez que lo miraba, se me atragantaban las palabras. Cuanto más pasaba el tiempo, más me gustaba. Era perfecto: sus ojos, sus labios, sus gestos, la  forma de hablar, la forma de andar…todo.

3 comentarios:

  1. Oh dios, sabes lo increíble que es volver a leer esto? no me acordaba casi de nada, es como volver a leer algo nuevo. Y edgar, no recuerdo cuando fue que empezo todo su rollo con Leire, y a decir verdad, creeme que estuve muy tentada a espiar un poco en tu primer blog, ya sabes, a ver como iba todo. Pero y mejor no, realmente es como leer algo nuevo, aunque si recuerdo partes, pero muy pequeñas.
    Me alegro que finalmente publicaras y decidieras subir cap uno a uno. Realmente fue una buena idea. Espero mañana, cierto?
    Besos!

    ResponderEliminar
  2. Aah! :3
    Me muero ,amo el hecho de que escribas otra vez ,y como dijo Marie es como leer algo nuevo aunque uno se acuerde de algunas cosas.
    Amo este blog tanto ,era de mis favoritos antes por vos fue que yo comence un blog y ahora voy a poder leerlo todo otra vez y estoy segura de que se va a convertir otra vez en una de mis favoritas! :3
    Te mando un beso preciosa! :)

    ResponderEliminar
  3. Completamente diacuaerdo con Marie y Maia, me encanta que hayas vuelto a escribir, fuiste el primer blog que conocí, te tnego que agradecer mucho.
    un beso :)

    ResponderEliminar