jueves, 19 de julio de 2012

SEGUNDA SEMANA: LUNES

Me sonó el despertador. Me costó un poco comprender que el fin de semana se había terminado, y debía volver a la rutina. Hoy iba a ser un día duro. Nos encontraríamos con toda la gente con la que habíamos estado el viernes.
Me arreglé. Tenía que ir a comprarme  ropa. No podía seguir con este vestuario. Me gustaba como vestía Carla, pero cualquiera le pedía un favor. Quería que me acompañara al centro comercial, pero sabía que su respuesta iba a ser un rotundo NO. No iba a perder su valioso tiempo conmigo. Pero tenía que preguntárselo, no iba a perder nada por intentarlo.
Bajé a desayunar. Mis hermanos ya estaban abajo junto con mi madre.
-         Un beso nena, que me voy a trabajar. – me dijo mi madre.
-         Que tengas un buen día. – le dije a la vez que cerraba la puerta. – Carla, tengo que pedirte un favor. – le dije de repente.
-         ¿Tú? ¿A mí? No flipes. – esa fue su contestación.
-         Carla, escúchala. Es Leire, y tienes que ayudarla en lo que puedas. – dijo Isaac. Siempre me ayudaba, por eso nos llevábamos tan bien.
-         Está bien. ¿Qué quieres? – dijo accediendo a escucharme.
-         Necesito que algún día, cuando tú puedas y te venga bien, me acompañes a comprarme ropa. Me encanta la que llevas tú y sé que como tienes buen gusto, podrías ayudarme. – le salió una sonrisa de sus perfectos labios. Lo que acababa de decir había sido un halago para ella.
-         Que mi enana se hace mayor. – dijo alborotándome el pelo. – Claro que te ayudaré, y encantada, pero me tendrás que hacer caso a lo que te diga.
-         ¡Echo!

Isaac estaba boquiabierto. No había pensado que Carla fuera a reaccionar de esa manera.
Cogimos nuestras cosas y salimos de casa. Nada más cerrar la puerta, vimos que Eric estaba con el coche esperando a Carla. Ella subió y se fueron. Isaac hizo una mueca graciosa, yo me reí y empezamos a caminar dirección al instituto.

Tenía pánico de entrar en clase. No sabía como iban a actuar Edgar y compañía. Me temía lo peor.
De camino a la clase me encontré con Auro. Era raro que Nanni no estuviera con ella. Me dijo que es que Nanni se había ido las primeras horas al médico a hacerse unos análisis. Menos mal que estaba Auro, porque si no me hubiera tenido que enfrentar yo sola al peligro.
-         ¿Estás nerviosa, Leire? Te tiemblan las manos. – se me notaba demasiado.
-         Si, porque no sé como actuaran Ben, Edgar y todos los demás después de lo del viernes.
-         Tú no te preocupes. Solo sé natural, tú misma, que eso se te da bien. – la verdad es que sí, era lo único que sabía hacer bien.

Me cogió de la mano y entramos en clase. Edgar y Ben ya estaban sentados en las últimas mesas, como siempre. Nos sentamos delante de ellos. Les sonreí tímidamente mientras ocupábamos nuestros asientos.
-         ¿Qué tal, chicas? ¿Cómo lleváis la resaca? – preguntó Ben.
-         A mí aún me dura. – dije bromeando. Con Ben me resultaba algo más fácil establecer una conversación, pero cuando se trataba de Edgar, ya era otra historia.
-         Si es que Leire…el viernes llevabas una buena, ¿eh? – me dijo Edgar sonriéndome pícaramente.
-         Si, la verdad es que sí. – dije bajando la mirada.
-         Que en una de las veces, si no te llego a coger, te me caes. - ¿y ese “me”?  se había referido a mí como algo suyo, o eso es lo que me había parecido.

No me salió ninguna palabra, por lo que sonreí y me giré hacia delante porque la profesora acababa de hacer acto de presencia en la clase.
Ahora si estaba confundida. Ese “me” me había descolocado completamente. Auro también se dio cuenta, por lo que me cogió la mano y me pasó un papel en el que ponía:
Has estado genial, aunque sé que ese “casi te me caes” ha sonado a… ¿a qué ha sonado? Dímelo tú.
Le contesté poniendo:
Yo te diré a que ha sonado: ha sonado a que me voy a estar comiéndome la cabeza toda la semana por culpa de ese “me”.

A penas pude prestar atención a lo que decía la profesora. Tan solo me enteré cuando sonó el timbre y dijo que para el próximo día le teníamos que entregar una redacción de lo que habíamos hecho en estas vacaciones.
En el recreo, ni me atreví a entrar en la cafetería, porque sabía que el grupo de Carla e Isaac iban a estar en las mesas. Así que nos fuimos a unos bancos. A los pocos minutos apareció Nanni. Nos alegramos de verla. Enseguida le conté la contestación que Edgar me había dado. Se quedó sin palabras.
A lo lejos vi a Isaac con Dafne. Supuse que le estaría diciendo que él no quería nada serio con ella.

-         ¿Qué hace Isaac con Dafne? No sabe que él es mío. – dijo Auro. Nanni y yo la miramos perplejas. – Que me gusta de verdad, chicas.
-         Es que creo que el viernes se liaron. – dijo Nanni.
-         ¿Y cómo sabes tú eso? – le pregunté. No tenía ni idea de cómo se había podido enterar.
-         Porque cuando he entrado al instituto, he pasado por la cafetería y se lo estaba contando Ben a Eric.
-         Si es que, en este instituto, todo el mundo se entera de todo. – dije yo.
-         Entonces también te habrás enterado que Edgar se lió con Cynthia, ¿no? – dijo Nanni sin apenas levantar la cabeza.
-         ¿Cómo? – me levanté del banco de un salto.
-         Se lo oí decir a Carla cuando pasé por su lado.
-         No es posible, seguro que se lo ha inventado mi hermana. No puede ser. – no paraba de andar de un lado para otro.
-         Es Edgar, Leire, ¿recuerdas? Uno de los chicos más guapos y populares del instituto. Y Cynthia es una preciosidad. Estaba claro que tarde o temprano iba a ocurrir.

Sonó el timbre y nos fuimos a clase de nuevo. Cuando terminaron las tres horas restantes de clase, salimos a la calle, cada uno camino a su casa. Por el pasillo, me encontré con Edgar que me dijo un “hasta mañana, Leire”. Seguí andando como si nada, y a penas le miré. Estaba furiosa con él. No me parecía bien que se liara con Cynthia y luego hablara conmigo como si nada hubiese ocurrido. Pero claro, eso él no podía saberlo. No tenía ni idea de que a mí me gustaba, y él estaba soltero y podía hacer lo que quisiese. De echo, no había echo nada malo.
Entonces lo entendí. Había actuado injustamente con él. Había tenido un rebote de niña pequeña y malcriada. Debía de haberle contestado y no haber pasado de largo como si nadie se hubiera dirigido a mí. Pero no podía evitarlo. Estaba enfadada y tenía celos de Cynthia. Pero tenía que aguantarme.
Esperaba que al día siguiente él me hablara como si yo si le hubiera contestado a su despedida, aunque sabía que se podía haber molestado, y mucho. Lo quería, estaba loca por él, pero debía ser fuerte y mantenerme firme.
Esperé a que saliera Isaac para irme a casa acompañada de alguien.

Por el camino, apenas hablamos ninguno de los dos. Yo estaba sumida en mis pensamientos, e Isaac solo hacía que mirar al suelo. Sabía que estaba preocupado por lo de Dafne, pero yo no le iba a preguntar nada, prefería que me lo contara él si quería. No pretendía presionarle.

Por fin llegamos a casa. Nunca el trayecto se me había echo tan largo como hoy.
Cuando entramos en casa, Carla estaba poniendo la mesa y mi madre estaba sirviendo ya la comida. Fuimos directamente a dejar las mochilas al cuarto, y nos bajamos a comer. Estaba hambrienta.
Al acabar de comer, me puse a hacer la redacción que la profesora nos había mandado. Me costó algunas horas hacerlo, y todo por culpa de él: de ese chico que me tenía loca.
Por fin acabé la redacción, y era algo pronto. Aún tenía toda la tarde por delante, así que me conecté a Internet. Miré el Fotolog de Edgar, para variar, y después me conecté un rato al Messenger. En él estaba Nanni. Me preguntó que como estaba. Yo le respondí que bien, aunque sabía que eso no era cierto.
En ese instante llamaron a la puerta. Carla abrió sin que yo le contestara para que pudiera pasar. Ella era así.
-         Dime Carla, ¿qué quieres? – le pregunté sin desviar la vista del ordenador.
-         Que había pensado que podíamos ir ahora de tiendas, ¿no? Bueno, si no tienes nada que hacer, claro.
-         Vale, por mi bien. Acabo de terminar una redacción que tenía para mañana y me había conectado un rato haber si había alguien, pero tu plan me parece mejor. – le sonreí.
-         Pues venga, no tardes. Te esperó abajo.

Asentí con la cabeza y ella salió de mi habitación. Esa misma mañana Carla había aceptado para irnos de compras las dos algún día, pero no pensaba que fuera a ser hoy. Cogí el móvil y las llaves y bajé al salón, donde Carla estaba con el bolso esperándome cerca de la puerta.
Salimos y nos dirigimos al centro comercial. Me iba a dejar guiar por ella, pero siempre dentro de unos márgenes. No quería cambiar mi forma de vestir bruscamente, sino poco a poco, añadiendo a mi armario cosas nuevas.
En la primera tienda que entramos me llevé bastantes cosas. Estaban de rebajas, y mi hermana aprovechó. Ese era su truco. Iba siempre de compras cuando las tiendas rebajaban sus prendas, porque así se podía comprar el doble de ropa con menos dinero. Me cogió faldas, pantalones de pitillo, camisetas largas y también algo de vestir por si salía de fiesta, como el viernes pasado, aunque sabía que eso iba a ser algo difícil que se repitiera. Me llevé la mayoría de las prendas que mi hermana hizo que me probara, me sentaban bien porque realzaban mi figura. Carla estaba satisfecha con las compras que habíamos hecho.
Después de unas dos horas de tienda en tienda, decidimos entrar a un bar a tomarnos algo. Ella se pidió una cerveza, pero yo no quería repetir la experiencia del viernes, por ahora. Además, pensé que no era el lugar ni el momento, por lo que pedí una coca-cola.
-         Te puedes pedir otra, que no pasa nada, enana. No se lo voy a contar a mamá.
-         No, si es que no me apetece Carla, de verdad. – dije agachando la cabeza avergonzada.
-         Pues el viernes no decías eso. – me dijo apoyando los brazos encima de la mesa y fijando sus ojos en mi cara sonrojada. Solo pude sonreír tímidamente. - ¿Te ha gustado la ropa que hemos comprado?
-         Sí, me encanta Carla. Muchas gracias, de veras.
-         De nada, Leire. – dijo mirando al camarero que acababa de traer las bebidas.
-         Por cierto Carla, tengo que preguntarte una cosa que me ha dicho Nanni.
-         ¿El qué? ¿Qué pasa?
-         ¿Es verdad que Edgar se lió con Cynthia el viernes? Es que Nanni te oyó decirlo.
-         Sí, claro que se liaron, aunque yo no lo vi, porque no estaba en condiciones como para ver qué pasaba entre ellos. – dijo riéndose. – Pero claro, si me lo dice Cynthia…tiene que ser verdad. – el rumor estaba más que confirmado.
-         ¿Y no puede ser que ella se lo haya inventado? – dije mientras le daba vueltas a la coca-cola con la pajita.
-         No creo, ella no es así. Oye, ¿y por qué preguntas tanto? ¿Tanto te interesa este tema?
-         No, claro que no, pero…
-         Ya lo entiendo, todo encaja enana. A ti te gusta Edgar. – dijo satisfecha del descubrimiento que acababa de hacer. No tenía escapatoria, mi hermana me había pillado. Era tontería negarlo, porque se me notaba demasiado.
-         No es que me guste mucho, pero me hace gracia. - ¡MENTIRA! ¿Cómo podía mentir de esa manera?
-         Si es que Edgar es muy guapo, pero Leire, olvídate de él. Chicos como él no se fija en chicas…como tú.
-         ¿Cómo dices? ¿Chicas como yo? ¿Qué problema tengo?
-         Ninguno. Bueno, si, demasiados. Lo primero que no eres popular y no creo que lo seas nunca. Ser popular no es fácil, y no se es de un día para otro. Enana, olvídate. – me acababa de dejar por los suelos. Agradecía a Carla por lo que había hecho por mi esta tarde, pero lo que me acababa de decir no había estado nada bien. Mi autoestima estaba por debajo del suelo, e iba a tardar bastante tiempo en que subiera algún peldaño.

El rumor estaba confirmado y Carla me había dejado bien clarito que no tenía ninguna posibilidad con Edgar, ni aunque lo intentara.
Después de esto, tenía que intentar olvidarme de él como fuera. No iba a conseguir que él se fijara en mí nunca, por lo que era un poco tontería perder el tiempo intentando mediar palabra con él. Se que iba a ser difícil, muy difícil, pero, por ahora, no encontraba ninguna alternativa.
Actuaría con él de forma normal, sin cambios en mi personalidad. Pero Edgar tenía que desaparecer pronto de mi mente (aunque mi corazón no estuviera por la labor).

Carla me estuvo contando que el viernes por la noche en el parque se peleó con Eric, porque él quería volver con ella, pero Carla quería esperar algo más de tiempo. Su relación no era del todo sólida, y, a lo mejor, con un poco de tiempo, se daban cuenta de que querían seguir juntos o lo dejaban definitivamente. No sé porque me contaba a mí esto, pero la escuche atónita. Carla necesitaba desahogarse con alguien y había sido yo la elegida. Eso me hacía feliz. Siempre había querido tener una hermana que me ayudara en todo: ropa, chicos, problemas con los amigos, desagrados conmigo misma…pero con Carla eso no lo tenía. Por eso, en ese momento, me alegraba que contara conmigo para contarme sus problemas con Eric.

Cogimos las bolsas y nos fuimos para casa. Estaba reventada, y eso que habíamos echo un descanso en el bar. Cuando llegamos a casa mi madre ya estaba preparando la cena. Le enseñé toda la ropa que me había comprado. Le gustó mucho, y mi hermana sonrió por el buen trabajo que había echo.
Subí a mi habitación a colgar la ropa en el armario, y a probarme algunas prendas que no me acababan de convencer demasiado. Carla entró a mi habitación sin tocar a la puerta, como siempre, y me pilló desvistiéndome.
-         ¿Qué quieres? – le dije tapándome un poco.
-         Venía solo para decirte que espero que no cuentes nada de lo que hemos estado hablando en el bar.
-         No te preocupes, Carla, que no voy a decir nada. Puedes estar tranquila.

Se dio media vuelta y salió por donde había entrado. Me terminé de quitar la ropa y me puse el pijama. Bajé a cenar, y cuando terminé me despedí de mis hermanos y de mi madre y me fui a dormir. Entre las clases, la redacción y la tarde de compras con Carla estaba agotada. Me quería dormir pronto, y mañana ya sería otro día.

1 comentario:

  1. Ya se me habia olvidado como comenzaba todo el asunto de Edgar y Leire ,Auro y Isaac y todos los demas...es lindo recordar :3
    Aw me alegra tanto que publiques otra vez :)
    Un beso preciosa!

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